Breve Historia del Homeschooling
Para la gran mayoría de las culturas a través de la historia, educar a los menores en casa fue una práctica común, aunque a menudo era una posibilidad que solo la clase adinerada podía permitirse. En Occidente, con el paso de los años y dentro del marco de una Revolución Industrial que exigía mano de obra calificada; decayó esta costumbre, cediendo paso a las exigencias legales que obligaban a los menores a asistir a la escuela formal dentro del marco de una nueva “educación universal” a la que “todos” tenían (tienen) derecho.
Pese a este escenario, esta práctica no desapareció definitivamente y la educación en casa (y la enseñanza de oficios, de ancestral tradición) se mantuvo vigente para muchos grupos, especialmente los tribales; pero para los años 60s experimentaría un resurgimiento, impulsado por educadores reformistas que, insatisfechos con el rumbo que llevaba la educación industrializada; buscaban redimir la importancia absoluta de los lazos familiares que inciden directamente (y positivamente además) en el desarrollo cognitivo, emocional y social de los menores formados “fuera del sistema” y sobre todo en el grado de autodeterminación y libertad que se construyen sin la no imposición de “creencias”.
En Estados Unidos, país vecino y con profunda influencia en la cultura costarricense; John Holt (teórico educativo) es considerado el gran reformista del homeschooling moderno. Holt siempre sostuvo que “la casa” (el hogar) es el mejor lugar para explorar y aprender del mundo, no importa cuán buenas sean las instituciones educativas y disentía de aquellas prácticas que incorporan la estructura y método de la escuela formal a la educación en casa además de rechazar la idea de que el aspecto académico primara sobre una convivencia familiar, natural y orgánica, más espontánea y sin estructuras de aprendizaje; que es propia del diario vivir, totalmente orgánica e intuitiva.
Al inicio de este crecimiento progresivo, el homeschooling era legal en Estados Unidos, aunque sujeto a la interpretación y restricciones de cada Estado; sin embargo; existía un mutuo acuerdo (casi tácito) entre administradores escolares locales y los defensores del homeschooling en cuanto a resolver diferencias en temas académicos y de método. Durante los 80’s, con la incorporación de otros actores sociales como los evangélicos y cristianos fundamentalistas que antagonizaban con la escuela tradicional y sus administradores; se acabaría el existente compromiso de ayuda, fracturándose las relaciones bilaterales entre ambos sectores, dejando a muchas familias que no eran religiosas en el medio, abandonadas a su suerte frente a un grupo educativo que además se sentía amenazado por el creciente número de estudiantes fuera del sistema formal, situación que afectaba sus intereses económicos.
A raíz de esta división, los líderes del homeschooling escalaron la discusión, pasando del nivel local al estatal, para pedir a sus legisladores el cambio de leyes de forma tal que el homeschooling fuera aceptado sin impedimentos burocráticos o de orden político/económico, no sin antes librar muchas batallas para definir el alcance y estandarización de dichas leyes, sobre todo en aquellos Estados que vieron necesario dar el paso a través de reformas a la legislación vigente en ese entonces.
Es durante esa década precisamente, que se separa el movimiento de homeschooling de la línea de reforma educativa liberal, cuna de su resurgimiento; y pasa a ser de línea conservadora y super religiosa, en gran parte porque Holt muere en 1985 y su otro gran promotor y aliado, Raymond Moore (que con su esposa Dorothy habían fundado por su parte, the Moore Foundation y eran famosos por promover la entrada tardía a la formación escolar), se ve marginado por los nuevos líderes, de orden religioso, entre los que destacaba, Michael Farris, perdiendo relevancia en la esfera nacional del homeschooling, que de paso, rechazaba todo lo secular.
Durante esta época, las relaciones con autoridades políticas y teóricos de la educación, se fragmentan, enzarzados ambos grupos en batallas legales pero sería la organización fundada por Farris, HSLDA (Home School Legal Defense Association), la que acabaría con las últimas restricciones al movimiento. Michael era abogado y usó su influencia política y la ayuda de otros líderes del movimiento (ahora mayormente religioso), tales como Greg Harris y Sue Welch, para posicionar a dicha organización como el “centro neurológico” del movimiento nacional de homeschoolers (que comprendía el ala ultra religiosa y la secular), adquiriendo su control total, a mediados de la década.
En los 80s, los líderes de esta corriente alternativa de educación, estaban enfocados en alejar a los niños del perfil educativo coercitivo propio de la escuela formal para darles mayor libertad de estudio de acuerdo a sus propios intereses, pero durante los 90s, el propósito de los nuevos líderes del movimiento fue desarrollar una visión radical social y religiosa que orientaba la educación de los futuros adultos que iban a insertarse en posiciones de liderazgo en el engranaje político del Estado con la misión de transformar a Estados Unidos en una nación de profundas convicciones cristiano-evangélicas.
Pese a detractores y/o extremistas, el movimiento de homeschooling ha aumentado exponencialmente y hoy es una alternativa educativa socialmente aceptada que cada vez más familias practican en muchos países, en donde además es legal (Alemania, Australia, Canadá, Estados Unidos, Nueva Zelanda, el Reino Unido, entre otros), ya sea con programas rigurosos evaluar la educación en casa o concediéndole responsabilidad exclusiva a las familias; sin embargo; todavía quedan países en los que no es aceptado ni socialmente, ni legalmente, como es el caso de Costa Rica, que posee un absolutamente sólido programa de Educación Abierta pero totalmente desvinculado de la realidad del homeschooling por un uso del lenguaje, que por un lado interpreta y separa las características de sus estudiantes, desde la perspectiva socio económica, y por otro lado, está desactualizado porque no integra otras razones propias de la era moderna que son el resultado de un análisis pragmático que contempla la necesidad de los padres de separar a sus hijos de posibles situaciones extremas como el acoso o bullying (una de las debilidades más graves que tiene el sistema formal actual) o peor aún, por temas de salud en el marco de la pandemia del COVID, que ha mantenido por meses a los estudiantes alejados de sus aulas. Pronto les contaré un poco más detallado sobre el Caso Costa Rica.