Educar en medio de la pandemia
A veces nos vemos tan inmersos en nuestras rutinas diarias, el trabajo, las clases virtuales de los chicos, la hora de la conferencia, el corre y corre del día, especialmente si se tienen niños, que olvidamos el verdadero significado de lo que esta pandemia nos está dando, aparte de dolores de cabeza y angustia, quisiera tomar un momento y poner en perspectiva lo importante que vino a reflejar el Covid-19, para nosotros como padres y para nuestros hijos.
A cuántos nos pasa que ha sido todo un reto el tema de estudiar en casa con nuestros pequeños? A mí me sucede y eso que tengo experiencia, el no saber qué más inventar para el aburrimiento, para que no se vuelvan locos con esta energía que existe alrededor de tanta incertidumbre.
Hace poco leí, entre muchas noticias dadas por el Ministerio de Educación (grande Costa Rica que aún a pesar de todo, algo sigue dando a aquellas familias que no tienen el privilegio de elegir qué hacer) todas las especulaciones alrededor del año lectivo, y dejan de lado para mí lo más importante de todo esto, es que por primera vez en muchas décadas, se nos presentó la oportunidad de oro de poder estar en casa, a la mayoría por lo menos, y ¡educar!
Educar va más allá de poner por 3 horas a copiar datos que jamás llegan a entender, a leer sobre cosas sin interés que se olvidan en dos o tres días. Educar es enseñar lo hermoso que es aprender, si bien es cierto, una disciplina de estudio y rutina siempre es maravilloso, en especial porque nos permite definir espacios para todo durante el día, en especial aquellos padres que trabajan, se nos olvida que el cerebro de un niño es como una esponja, capaz de integrar el dato más pequeño, cuando es dado por quienes más los aman.
Quisiera que ahora nosotros adultos recordemos lo que fue la experiencia de estudiante, y creo que la mayoría no se acuerda cómo vino Colón, aunque deberíamos porque lo repetimos durante casi 10 años, pero fueron las tardes con nuestras madres, al atardecer en la mesa de la cocina escuchando cómo mami recitaba las tablas para practicar con uno, y entonces llegan a mi mente lo que estaba cocinando, y cómo aprendí a cocinar viendo a mi abuela o a mi mamá, cómo aprendí a barrer, porque seguía a mi abuela por toda la casa diciéndole que me explicara cómo es que se formaba un volcán, y así un sin fin de historias.
Aprovechemos esta pandemia para enseñar de verdad, para sentar a nuestros hijos al lado, y explicarles con detenimiento lo que hacemos de trabajo, lo que es hacer una llamada de banco, lo que significa pelear con el AyA porque el recibo llegó altísimo, a hacer la lista del supermercado con un presupuesto, a cambiar una bombilla, a lavar, porque por encima de lo importante que es saber leer, escribir, sumar y restar, en unos años cuando la situación del mundo tal vez no sea como lo que queramos, tendremos niños funcionales, convertidos en adultos que son capaces de salir adelante, de ser independientes, de vivir la vida al máximo y sacar provecho de todas las circunstancias, porque ellos van a recordar que muchos años atrás en una pandemia, sus papás o sus abuelos, les enseñaron a salir adelante.